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Llama la atención, en el Evangelio de este Domingo, como se entrecruzan los relatos de dos milagros de Jesús: la curación de una mujer cuyo nombre no sabemos, y la resurrección de la hija de Jairo, una niña de doce años. Jairo fue a buscarlo para que sanara a su hijita. Jesús se pone en camino y entre la muchedumbre se abre paso la mujer para tocar el manto de Jesús. Toca el manto del Señor e inmediatamente queda liberada de esas pérdidas de sangre que durante doce años la habían atormentado. Siguen camino y cuando llegan a casa de Jairo su niña había fallecido, pero Jesús la resucita diciéndole: « Talitá kum ». En ambos milagros, como en tantos otros, Jesús nos enseña el lugar que tiene la fe en estas situaciones. A la mujer le dijo: « Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada ». Y a Jairo: « No temas, basta que creas ». ¿Qué es primero, la fe o el milagro? ¿La fe produce milagros o Jesús obra milagros para despertar nuestra fe? Hay otro no pequeño detalle que...