INJUSTO DIOS

¡Es injusto! ¿A quién no le surgió este lamento alguna vez? ¡Dios es injusto! Tal vez alguien haya llegado a sentir esta queja en algún rincón de su corazón. Es innegable que hay muchas injusticias en esta vida: cuando nos quitan lo que es nuestro, o cuando no nos reconocen lo que nos pertenece… pero, ¿puede Dios ser injusto? Las lecturas de este Domingo nos invitan a hacernos esta pregunta. El Evangelio nos recuerda una parábola de Jesús que termina en un alboroto casi sindical… Un hombre contrató obreros para su viña en distintos momentos del día y al finalizar la jornada, ¡para escándalo de los que llegaron primero y más trabajaron!, pagó a todos lo mismo: un denario para los que trabajaron una hora, un denario para los que trabajaron tres, un denario para los que estuvieron seis horas, un denario para los que soportaron todo el peso del calor y el trabajo… ¡es injusto! gritaron los “primeros”: llegamos antes, trabajamos más, merecemos más. La lógica de estos obreros parece irr...