POBRE JESÚS
Quisiera compartir una pequeña anécdota con ustedes, queridos amigos.
En estas semanas previas a la Pascua con algunos chicos de catequesis recorríamos las estaciones del Via Crucis de nuestro templo. Mientras mirábamos la imagen de cada estación se sumó al grupo, más bien se “coló”, un nena de no más de tres añitos. Nos acompañó en todo el recorrido mirando con mucha atención los cuadros y escuchando en silencio las explicaciones. Llegando al final del camino, probablemente en la estación que recuerda la crucifixión de Jesús, nuestra pequeña acompañante exclamó: ¡Pobre Jesús!
¡Hermosa espontánea frescura de las almas puras! La niña de nuestra anécdota, sin catecismos ni teología ni grupos parroquiales, pareció haberlo entendido todo. Cómo no recordar las palabras de Nuestro Maestro: “El Reino de los Cielos pertenece a los que son como niños” (Mateo 19,14).
Esta historia tan simple confirma algo que más de una vez tuvimos oportunidad de ver: con cuanta naturalidad penetran las cosas de Dios en las almas de los niños. Sin duda no entienden todo, pero lo aceptan con facilidad. ¿Acaso no es eso creer? ¿Son demasiado ingenuos los niños para estas cosas? ¿O no será más bien que no tienen tantos filtros como nosotros los adultos, filtros que no permiten que la luz de Dios llene nuestro ser?
¿Qué filtros? En primer lugar, nuestros pecados. Pero también nuestros prejuicios, nuestras preocupaciones y agitaciones, nuestra supuesta racionalidad… y ¡cuantos más!
Dios nos conceda volver a esa infancia espiritual para que los misterios que vamos a revivir en estos días santos penetren hasta la médula de nuestros espíritus: “Como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí. Espere Israel en el Señor, desde ahora y para siempre” (Salmo 130, 2-3).
¡Buena Semana Santa! Dios los bendiga a todos.
P. Marco
Gracias por compartir tan linda anécdota! La pureza e inocencia de un niño,no se compara con nada ,en ellos está la verdad!! Que sea una buena Semana Santa para todos!!
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