AMARÁS

Este Domingo Jesús nos recuerda los dos mandamientos que resumen todo el Antiguo Testamento (“la ley y los profetas”), y también el Nuevo aunque bien podemos decir que en el Nuevo Testamento Jesús los llevó a otra dimensión. Pero sobre esto último hablaremos otro día.

Ambos comienzan así: “Amarás…”. Escuchando estos “mandatos” surgen muchas preguntas. ¿Se puede “mandar” amar? Pero también, ¿puede haber mandato más hermoso que amar? Es como si Jesús nos dijera que fuimos hechos para amar y que solamente en la plenitud del amor encuentra sentido nuestra vida.

¡Qué difícil hablar del amor! Es como debatir sobre la felicidad. Todos vamos a estar de acuerdo en que queremos ser felices, pero ¿estaremos todos de acuerdo si nos preguntamos adónde o en quién o en qué buscamos esa felicidad? Pienso que de manera semejante no habrá dudas en decir que amar y ser amado es lo mejor de la vida, pero ¿estamos igualmente seguros sobre lo que significa amar? Me permito dos reflexiones mínimas al respecto.

Hoy en día se confunde amar con usar, tal vez de manera inconsciente la mayoría de las veces. Amar es entregarse buscando el bien del otro. Usar es servirse del otro para mi propio bien o deleite. Una cosa es amar al prójimo y otra cosa es usar al prójimo. Una cosa es amar la parroquia y otra cosa es usar la parroquia. Una cosa es amar a Dios y otra cosa es usar a Dios. ¿Es posible esto último? Posible como tal no es, pero muchas veces nos relacionamos así con Dios cuando lo convertimos en un medio para conseguir algo y no lo amamos como el fin, el objetivo, el sentido, de nuestra existencia. Y yo, ¿amo o uso?

Amor y verdad no están peleados. El papa Benedicto XVI escribía que es necesario “unir no sólo la caridad con la verdad, en el sentido señalado por San Pablo de la «la verdad en el amor» (Efesios 4,15), sino también en el sentido, inverso y complementario del «amor en la verdad»” (Caritas in veritate. 2).

¡Buen Domingo para todos!

P. Marco

Domingo XXX del Tiempo ordinario Año A