EL ACEITE


Este Domingo recordamos la parábola en la que nuestro Maestro nos habla de diez chicas que debían esperar con lámparas encendidas a un novio cuando este llegara al salón de fiestas. Conocemos el final de la historia: el novio se demoró y cuando finalmente se hizo presente cinco jóvenes previsoras que llevaron aceite de más entraron a la fiesta con sus lámparas encendidas, pero las otras cinco no hicieron a tiempo para conseguir más aceite y se quedaron afuera.

El aceite era el combustible necesario para que estas lámparas iluminaran. Muchas veces Jesús nos enseña que estamos llamados a ser “luz del mundo”. Hoy se nos recuerda que necesitamos “combustible” para que esa luz arda en nosotros, no sea cosa que nos quedemos sin nafta antes de llegar a destino.

¿Cuál será ese “combustible” que mantiene encendida la luz de la fe? ¿De dónde vamos a encontrar ese combustible? Sin lugar a dudas, en la oración. Tal vez lo podamos encontrar también en otros lugares. Pero me animo a decir que si no rezamos nos vamos a quedar sin aceite y se nos va a apagar la lámpara de la fe. La oración, la Misa, la meditación de la Palabra de Dios, cada visita al Sagrario agrega aceite a nuestras lámparas.

Hoy Jesús nos habla de la necesidad de que nuestras lámparas estén encendidas cuando él venga a nuestro encuentro. Este encuentro no es solo el encuentro definitivo en el que dejaremos este mundo. Él viene a nosotros también en la prueba, el sufrimiento y el dolor. Para esos encuentros queremos prepararnos rezando siempre, como los buenos bomberos que no están siempre apagando incendios pero que aprovechan los momentos tranquilos para prepararse para la próxima eventualidad.

El fuego arde mientras tenga leña. Si el fuego se apaga es porque le faltó o bien oxígeno o bien combustible. Algo parecido pasa con la luz de la fe: se oxigena y se mantiene encendida con la oración. Si sentimos que nuestra fe se entibia o se apaga o que nos estamos cansando o frustrando por demás... haríamos bien en preguntarnos cuánto y sobre todo cómo estamos rezando.

¡Buen Domingo para todos!

P. Marco

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