Para nosotros, cristianos católicos, la Santa Misa es nuestro tesoro más grande. Es lo más valioso que tenemos. Es lo más importante que hacemos. San Juan evangelista nos dice que “antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,1). En cada Misa se hace presente Jesucristo con su sacrificio, con su entrega total por nosotros. En cada Misa arde ese amor infinito que llevó a Jesús a entregarse por nosotros amándonos “hasta el fin”. San Juan Pablo II Papa afirmó categóricamente: “La Iglesia vive de la Eucaristía”. Y agregaba: “La Iglesia experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). En la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y del vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, la Iglesia se alegra de e...