VIDA EN ABUNDANCIA (II)

 


Antes de avanzar con nuestras catequesis sobre “la vida en Cristo” quisiera detenerme sobre dos preguntas: ¿de dónde viene esta vida en Cristo? ¿cómo se despliega la vida en Cristo?


¿De dónde viene esta vida en Cristo?

La vida en Cristo brota de la fe. La relación entre fe y vida es una relación orgánica, vital. La fe es un don de Dios (I parte del Catecismo), este don se celebra (II parte), pero la celebración de la fe no es un mero festejo en sentido humano sino que esta misma celebración nos hace capaces de vivir la vida que brota de esta fe. Dicho de otra manera: creer en Cristo nos impulsa a vivir como Él nos enseñó con sus palabras y con sus ejemplos. No se pueden separar ambas dimensiones. El Apóstol San Juan lo enseña de manera contundente: “El que dice que permanece en él, debe proceder como él” (1 Juan 2,6).

Leamos como la Iglesia nos enseña esto mismo en el Catecismo:

1709. El que cree en Cristo es hecho hijo de Dios. Esta adopción filial lo transforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplo de Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien. En la unión con su Salvador, el discípulo alcanza la perfección de la caridad, la santidad. La vida moral, madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la gloria del cielo.

1692. Lo que confiesa la fe, los sacramentos lo comunican: por “los sacramentos que les han hecho renacer”, los cristianos han llegado a ser “hijos de Dios” (Jn 1,12 ;1 Jn 3,1), “partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1,4). Por los sacramentos y la oración reciben la gracia de Cristo y los dones de su Espíritu que les capacitan para ello.

Resumiendo: la fe en Cristo nos mueve a seguir sus huellas, y la gracia que recibimos por los sacramentos hace que sea posible para nosotros recorrer este camino.


¿Cómo se despliega la vida en Cristo?

El Catecismo presenta la vida en Cristo en dos grandes partes: 1. La vocación del hombre: la vida en el Espíritu; 2. Los diez mandamientos.

Dentro de la presentación de la vocación del ser humano, el primer gran tema que trata el Catecismo es la dignidad de la persona humana.

No vamos a recorrer ahora todo el índice del Catecismo, pero para tener un panorama del comienzo de este camino repasamos cuáles son los primera temas que vamos a ir tratando:

  • La creación del hombre a imagen y semejanza de Dios; 

  • Su vocación a la bienaventuranza divina. 

  • Corresponde al ser humano llegar libremente a esta realización. 

  • Por sus actos deliberados, la persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido por Dios y atestiguado por la conciencia moral

  • Los seres humanos se edifican a sí mismos y crecen desde el interior: hacen de toda su vida sensible y espiritual un material de su crecimiento. 

  • Con la ayuda de la gracia crecen en la virtud, evitan el pecado y, si lo han cometido recurren como el hijo pródigo (cf Lc 15, 11-31) a la misericordia de nuestro Padre del cielo. Así acceden a la perfección de la caridad.


Hasta aquí por hoy. Las palabras de Jesús son exigentes pero son palabras de “espíritu y vida” (Juan 6, 63) y como confesó San Pedro solo Jesús tiene “palabras de Vida eterna” (Jn 6,68). Lo mismo pasa con la enseñanza moral de la Iglesia: son palabra de Vida, no meros conceptos; son palabras para ser vividas; y son palabras para ser consideradas en su conjunto para poder penetrar adecuadamente en el misterio de esta Vida nueva que nos trae Jesucristo.

¡Hasta la próxima!

P. Marco



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