DESIDERIO DESIDERAVI
“Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer” (Lucas 22,15). Con estas palabras de Jesús comienza el relato de la Última Cena en el Evangelio de San Lucas. “Ardientemente he deseado”..., “con gran deseo he deseado”... palabras que en latín se traducen “desidero desideravi”. El año pasado (2022) el Papa Francisco escribió una carta, a los pastores y a todos los fieles de la Iglesia, sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios que lleva como título estas palabras de nuestro Maestro: “Desidero desideravi”.
Cuando hablamos de “liturgia” nos referimos al modo en el que la Iglesia entera (no solamente un grupo de personas, un sacerdote o una comunidad) celebra la fe de siempre. Hablamos principalmente de la Misa y la Eucaristía, pero también de la celebración de los demás sacramentos y de la “liturgia de las horas”.
La Iglesia en su último gran concilio, el Concilio Vaticano II, nos enseña que “la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza” (Sacrosantum concilium, 10). La Liturgia, en la cual se hace presente Jesús Cordero de Dios vivo y operante, es nuestro gran tesoro, como le dijo San Pedro al mendigo paralítico que esperaba una limosna: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina» (Hecho 3,6).
Con la intención de que podamos “contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana” (Desidero desideravi, 1) y para que, como escribía el Papa Francisco, “abandonemos polémicas para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia, mantengamos la comunión y sigamos asombrándonos por la belleza de la Liturgia” (Desidero, 65) les propongo compartir algunas reflexiones fruto de la lectura de esta carta de nuestro Papa.
Continuará…
¡Buen Domingo! Dios los bendiga a todos.
P. Marco
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