BELLEZA
Sigamos reflexionando sobre la celebración de nuestra fe. El Papa Francisco nos exhorta a “redescubrir continuamente la belleza de la Liturgia” (Desiderio desideravi, n. 21).
No es fácil filosofar acerca de la belleza ya que “sobre gustos no hay nada escrito”... dicen. Pero tal vez podamos encontrar algunos elementos objetivos que nos puedan servir de parámetros. Por ejemplo, Santo Tomás de Aquino afirma que tres son las condiciones para que algo sea bello: que sea completo o acabado; que sea proporcionado o armonioso; y que brille con claridad (cf. Suma teológica, I, q. 39, a. 8).
La belleza de nuestras celebraciones se encuentra, al menos en parte, en la armonía o justo equilibrio entre dos extremos: “el cuidado de la formalidad exterior de un rito, o una escrupulosa observancia de las reglas litúrgicas” y la “chabacanería o superficialidad” (Desiderio, n. 22).
El mismo Papa aclara: “hay que cuidar todos los aspectos de la celebración (espacio, tiempo, gestos, palabras, objetos, vestiduras, cantos, música, ...) y observar todas las rúbricas” y esto “para no robar a la asamblea lo que le corresponde: el misterio pascual celebrado en el modo ritual que la Iglesia establece”. De todas formas “aun si la calidad y la norma de la acción celebrativa estuvieran garantizadas, esto no sería suficiente para que nuestra participación fuera plena” (Desiderio, 23).
Si la belleza de la Liturgia se limitara a lo exterior caeríamos en ese “neopelagianismo que nos intoxica con la presunción de una salvación ganada con nuestras fuerzas” (Desiderio, n. 20) contra lo cual la misma Liturgia, dignamente celebrada, es un antídoto.
Busquemos la belleza de nuestras celebraciones en aquel equilibrio que nos ayude a expresar lo mejor posible los misterios que celebramos y al mismo tiempo facilite la participación plena de toda la comunidad en lo que celebramos.
Igual, todavía quedan un par de cosas en el tintero sobre este tema, así qué… continuará…
¡Buen Domingo para todos!
P. Marco
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