PROMESAS

“Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá”.
El Señor promete una “nueva Alianza” con su pueblo. ¿Qué es una Alianza? No es solamente un contrato, no es solamente un acuerdo de asistencia o una sociedad. Es un pacto, un pacto de “comunión” que muchas veces la Palabra de Dios compara con el matrimonio entre un varón y una mujer. ¿Será por esto que a los anillos que llevan los esposos los solemos llamar “alianzas”? Y, ¿por qué esta Alianza es “nueva”?
Es nueva porque hubo otras anteriores. El profeta Jeremías menciona la Alianza entre Dios e Israel que tuvo lugar en el desierto en tiempos de Moisés. Pero antes de “pactar” con Moisés Dios ya lo había hecho con Abraham y también con Noé (el del arcoiris).
Esta Alianza también es “nueva” porque es definitiva, es “eterna”. Por eso la Palabra de Dios nos habla también de una “nueva y eterna Alianza”. Misteriosamente las anteriores alianzas fallaron porque los hombres no mantuvieron su parte del trato: “ellos rompieron mi Alianza aunque yo era su dueño”.
Esta definitiva Alianza se diferencia sustancialmente de las anteriores porque las primeras eran exteriores al hombre, escritas en “tablas de piedra” como las de Moisés. La nueva Alianza es interior al hombre: “pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo”.
La Pascua que nos aprestamos a celebrar es el Memorial de esta nueva Alianza firmada no con tinta sino con la Sangre del Cordero, el Testigo Fiel, el Amén de Dios.
Junto con San Pedro (2 Pedro 1,4) digamos: “¡Dios nos ha concedido las más grandes y valiosas promesas!”
¡Buen Domingo, último de Cuaresma!
P. Marco
Domingo V de Cuaresma Año B
2024
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