UNA VID
“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos” nos dice Jesús este Domingo. Es como si nos dijera: yo soy el tronco, ustedes las ramas. Es muy probable que Jesús dijera estas palabras recordando los viñedos de su Galilea. Es una imagen simple y poderosa al mismo tiempo con la cual nuestro Maestro nos enseña verdades absolutamente necesarias para nuestra vida cristiana.
La rama tiene que estar unida al tronco para estar viva. Separada del tronco podrá conservar una apariencia de vitalidad, pero solo por un poco de tiempo. Así nuestra vida y nuestra fecundidad como cristianos dependen de nuestra unión con Jesús que nos dice: “separados de mí, nada pueden hacer”.
Esta unión entre la vid y los sarmientos es esencialmente interior. A veces nos encontramos con ramas que aparentan estar unidas al tronco pero que se van secando. Les falta la conexión vital que une realmente el tronco con las ramas, les falta esa savia invisible que lleva la vida. Nuestro Señor lo dice con estas palabras: “Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes”.
¿Cómo sabemos si permanecemos en Jesús y Jesús permanece en nosotros? En su primera carta el Apóstol Juan nos responde: “Esta es la señal de que vivimos en él. El que dice que permanece en él, debe proceder como él” (1 Juan 2,5-6).
Habría mucho más para decir. Recordemos muy brevemente solo un par de cosas.
Esta imagen incluye el misterio de la poda: “al sarmiento que da fruto, el Padre lo poda para que dé más todavía”. Gran misterio que es también una gran promesa: Dios poda a los que dan frutos, para que den más frutos.
El fruto de la vid es dulce. Dios espera muchos frutos de nosotros: “La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos”. Que no se diga de nosotros lo que dijo el profeta Isaías: “Mi amigo esperaba que su viña diera uvas, pero dio frutos agrios” (Isaías 5,2).
¡Buen Domingo, pascua semanal! ¡Cristo Resucitó!
P. Marco
Domingo V de Pascua
28/4/2024
Gracias.Profunda reflexión para meditar.Bendicones.
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